Que Jesús alborote a Venezuela

Pero ellos insistieron con más fuerza:
 –Con sus enseñanzas está alborotando a todo el pueblo.” Lucas 23:5 (DHH)

El centro de Caracas reúne varios templos católicos, lo que lo hace un punto de bullicio, movimiento y circulación religiosa mayor de la habitual en Semana Santa. No por profesar la fe cristiana evangélica me es ajena la algarabía que se desata en por estos días. Supongo que algo así desataría Jesús en su tiempo y que llamó la atención de quienes lo acusaron para finalmente llevarlo a la Cruz.

El evangelista Lucas recoge de esta manera las palabras que parecían brotar de un colectivo incómodo con lo que predicaba Jesús: “Con sus enseñanzas está alborotando a todo el pueblo”. Porque el mensaje de Jesús no era para estar cómodo. Es un mensaje de paz, pero que requiere agitación para estar tranquilo.

Seguro que la frase “si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra” (Mt 5:39), causaba intranquilidad en muchos acostumbrados al “ojo por ojo y diente por diente”.

Pero la agitación que causaba Jesús y por la cual le acusaron era meramente una reacción pública de un acontecimiento sin precedentes en la época en la que Él vivió. Un hombre retador, que hasta a sus propios discípulos confrontó para fortalecer su fe.

Hoy Venezuela necesita dejarse sacudir, agitar, alborotar por Jesucristo. De la manera en que le explicó a Nicodemo: “Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3). Hay que transformar ese alboroto exterior que inunda las calles en esta época, en una agitación espiritual que empuje al país de la zona de comodidad en la que vive y se atreva a creer en un Dios vivo que está atento a sus súplicas, pero que no puede responder si no hay un nuevo nacimiento.

Una nación que reconozca a Dios como Señor y no a más nada ni nadie por encima de Él. Ya hay unos brotes de esa agitación, otra historia se está escribiendo para este país en el mundo espiritual.