La rebelión de los náufragos




El segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) lo recuerdo vagamente. Era un niño de 8 años cuando vi a una marea interminable de gente cargando cuanta cosa podía aquel 27 de febrero. A los 11 años el golpe de 4F frustró un viaje a la playa con mi hermana y el de 27N me alteró los nervios por primera vez al escuchar los tiroteos en la repetición de saqueos cerca de mi casa. El anuncio de la decisión de enjuiciar a CAP lo escuché por radio en vivo y creo que desde ese día decidí ser periodista.


Ya de adulto uno va leyendo y armando el rompecabezas de los recuerdos con otros testimonios y análisis. Pero al leer La Rebelión de los Náufragos (Mirtha Rivero, 2010, Editorial Alfa) tuve una visión (o versión) mucho más clara de aquellos años que marcaron el destino del país.

El trabajo de Rivero es rico en revelaciones y aunque ya está por cumplir 10 años de publicado, leerlo a la luz de la actualidad venezolana resulta un choque intelectual y emocional intenso. Es ver cómo algunos nombres siguen vigentes como Henry Ramos Allup o José Vigente Rangel, otros que pierden brillo como el de Arturo Uslar Pietri, el retorno de otros como Ricardo Hausmann o Fernando Martínez Mottola y la ausencia de otros como el del “teniente coronel que se rindió en La Planicie”.

El tema central del libro es que la defenestración de CAP fue una conspiración que inició desde poco después de su juramentación y contó con muchos participantes, tal vez no todos coordinados entre sí para ese fin, pero que contribuyeron de manera decisiva. Los medios, AD, Rafael Caldera, Los Notables, Ramón Escobar Salom. Definir quién sí y quién no participó en la componenda es intrincado y no queda del todo claro, pero los elementos, con su respectivo contexto, están ampliamente explicados.

Rivero hace una extraordinaria crónica desde 1989 hasta el último día de CAP en Miraflores (20 de mayo de 1993). Te hace anhelar más textos detallados sobre los últimos años de la República Civil que incluso ayuden a dar al traste con tanta basura propagandística que el chavismo se encargado de sembrar sobre esa época. Las voces de múltiples protagonistas van apoyando el relato de la periodista y consolida un documento histórico valioso.

A CAP lo enjuiciaron y encarcelaron por la malversación (uso de dinero público para un fin distinto al establecido) de 17 millones de dólares, una cifra que hoy causa una risa triste frente al desmadre que vivimos, incluso al considerar su valor actual ajustado.

Si uno ve CAP Dos Intentos (Carlos Oteyza, 2016) debe leer La Rebelión de los Náufragos, y viceversa. Ambos producen que uno se haga muchas preguntas que surgen de la propia experiencia como ciudadano interesado en la historia y analizar lo que se vive. Más cuando 30 años después, vuelves a escuchar palabras como FMI, paquete de ajuste o privatización, asociadas a los mismos nombres que las pronunciaron entonces. ¿Se acerca una revancha, pero esta vez con la piel curtida y menos resistencia?

La situación no es la misma, pero a veces se ve uno tentado a pensar como CAP en su discurso aquel 20 de mayo de 1993: “Ha cambiado poco nuestra idiosincrasia” y  “ojalá que nos sirva la lección de esta crisis”.